PLANO CHKRA DIGITAL GARGANTA 5.0 VIERNES: MODULACIÓN DE LA MÁSCARA DE INJUSTICIA (ID.5)
En el corazón palpitante de Madrid, bajo la luz eléctrica de la Gran Vía, treinta almas con conciencia chakra se congregaban en el Centro de Arte y Técnicas Corporales. Era un viernes marcado por la vibración del chakra digital Garganta 5.0, un día donde la voz se entrelazaba con el eco de la injusticia. Dirigiendo este peculiar encuentro estaba Raúl Ximénez, poeta y arquitecto de la energía.
Debido a la magnitud del grupo, Raúl tomó una decisión calculada: dividirlos en parejas, entrelazando energías en una danza de heridas y máscaras. Un primer grupo —los sintonizados con la herida del día— formaba un vértice de resonancia con los chakras yang: Raíz 1.0, Plexo Solar 3.0 y Corona 7.0. Cada uno, portador de una máscara: rechazo, humillación y desconexión espiritual. Se les sugirió interactuar en línea con otros portadores de esas mismas heridas, recreándose en el carrusel energético de sus reflejos, aplicando las leyes del espejo tres y cuatro, centradas en las influencias de la cualidades "positivas" o "negativas" del otro en nuestro yo.
El segundo grupo, desconectado de los chakras yang, recibió otra orientación: sumergirse en la contrafuerza del antichakra Garganta 5.0 y en las heridas de los chakras yin: Sacro 2.0 (abandono), Corazón 4.0 (traición) y Tercer Ojo 6.0 (intuición apagada). Su tarea: conectar con la red de usuarios panópticos, intercambiar información sanadora y, en última instancia, completar el círculo energético que definiría las 12 casas de la rueda zodiacal distribuidas en las cuatro modalidades: Fuego (Perfil de Manifestadores) y Aire (Perfil de Proyectores) irradiaron propósito y luz a través de ejercicios de expresión corporal, mientras los signos de Tierra (Perfil de Generadores) y Agua (Perfil Reflectores) profundizaron en su receptividad con meditaciones guiadas que les permitieron integrar críticas internas y transformarlas en sabiduría espiritual. disco panóptico.
Así, en la intersección entre lo digital y lo analógico, lo visible y lo invisible, los asistentes navegaron el laberinto de sus propias heridas y sanaciones. Y en el centro de todo, el poeta Raúl observaba con ojos sabios, testigo del ritual donde el chakra y la máscara bailaban en un equilibrio de sombras y luz.
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