JUEVES  SANTO  EN  GRANADA     En la céntrica calle Ganivet, bajo el cielo de Granada, se invocan los siete plasmas, en procesión aclamada. Con cada paso que avanza, la Concepción iluminada, un qubit se va escalando, en la ciencia consagrada. Radiales fuerzas surgen, con poderes de la nada, proyectan en el vacío, la danza de la jornada. El qubit, en su ascenso, por la física abrazada, entre átomos y luces, su esencia queda grabada. La multitud contempla, la escena tan esperada, donde la ciencia y fe, se encuentran entrelazada. Y en ese mágico instante, la realidad alterada, un qubit sube de nivel, en la calle celebrada. Así procede el ascenso, con la mente enfocada, en la calle Ángel Ganivet, la historia queda marcada. Por la invocación sagrada, de los plasmas en alborada, un qubit encuentra su curso, en la Concepción amada.

  En el vasto multiverso de Morphosland, donde las realidades se entrelazan y expanden, una "herida de traición" yace profunda y ardiente, clamando por sanación, por un toque clemente. Desde el chakra del corazón surge una luz, un haz cuántico que la oscuridad reduce, transfiere energía, pura y sin fin, curando la traición que moraba allí. Las partículas danzan en unión y amor, tejiendo la red que al dolor desvaneció, en este cosmos de posibilidades infinitas, la traición se disuelve, la paz se suscita. El corazón vibra con fuerzas ancestrales, resonando a través de los planos astrales, la transferencia cuántica ha hecho su labor, dejando el alma en calma, sin temor. Así en Morphosland, la lección aprendida, es que el amor y el perdón tienen su morada, en cada chakra, en cada ser, en cada vida, la traición sana, la unidad es restaurada.